123, 7 km por papá 

Escrito por Mónica

March 3, 2021

Un reencuentro en Villavicencio 

En la inmensidad de nuestra amada Colombia se encuentra un lugar a 123,7 km de Bogotá. Su fauna es tan espectacular como el chigüiro, el oso hormiguero y la rana platanera que lo caracteriza. El olor de uno de sus platos típicos, más conocido como la mamona o carne llanera, se puede percibir a la salida del último túnel que nos da la bienvenida a Villavicencio y los llanos orientales. 

Este viaje sin duda es diferente y especial. Hace más de un año no veo a mi papá. Empacamos maletas desde la noche anterior. Tuve que contenerme porque era tanta la emoción que si no hubiera sido por mi esposo la habría dejado lista una semana antes. Preparamos a nuestro hijo de 4 años para un gran viaje, esa noche tampoco durmió; pues ya imaginarán la emoción de poder salir de las no más de 50 paredes que durante el último año han sido escenario de homeschooling, homeoffice y otro tanto más. 

Fisgón, el conejillo de Indias y Kevin un shihtzu de 7 años, también se embarcaron en esta travesía y se sumaron al deseo fiel de una familia que quiere reencontrarse con los suyos. La carretera nos sorprendió con paisajes e infraestructuras hermosas. Nos reencontró con ese olor húmedo de las plantas característico de un clima inigualable. Ya entenderán la emoción de una familia de “rolos” en el que cualquier rayito de sol ya es ganancia. 

Finalmente llegamos y, aunque lo intentara, en realidad no podría darles el número exacto de sonidos que nos dieron la bienvenida en los paisajes del Hotel Cinaruco. Me quedaría corta si solo mencionara algunos pájaros y grillos que sin duda andaban por allí. No llevamos ni un día y nuestras expectativas han sido más que cumplidas. Un reencuentro con la naturaleza y un aire fresco, puro y limpio sería por estos días una realidad. 

El encuentro finalmente se dio y las emociones estaban a flor de piel. El contacto con las raíces fue la dosis necesaria de energía y amor que habían estado ausentes meses anteriores. Disfrutamos de los placeres del llano en familia y los platos típicos fueron testigos de horas de conversaciones justas del reencuentro. El cielo despejado de cada despertar y anochecer fueron la descarga perfecta para una rutina en la que las chaquetas y cobijas debido al frío de Bogotá nunca faltan.

No nos habíamos ido y ya queríamos regresar. Nuestro hijo no había estado tan libre y feliz como en estos días. Tuvimos una descarga de estrés y preocupaciones que ninguna esencia floral es capaz de disminuir. No nos habíamos ido y ya mirábamos al Hotel Cinaruco con ojos de nostalgia y con un hasta pronto en los ojos. Sin duda sabíamos que extrañaríamos este lugar apenas pasáramos aquel portón gigante que nos dio la bienvenida a una experiencia única y que además fueron más que cómplices en toda esta aventura. Contaremos los días para regresar y darles ese abrazo de “los extrañamos” porque más que un lugar fue el encuentro con la historia y el empuje de una familia que ama mantener viva la esencia del llano.

Hoy solo nos queda por decir ¡Hasta muy pronto!

@mamasinfiltros en el Hotel Cinaruco

Viaje de @mamasinfiltros

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